Blublu, Lisboa 2013El candombe del olvido,
tal vez si yo le pido un recuerdo,
me devuelva lo perdido. […]
El candombe del recuerdo
le pone un ritmo lerdo al destino
y lo convierte en un camino.
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Alfredo Zirarroza, El candombe del olvido, 1968
Pasé tanto tiempo mirando las paredes,
que había olvidado
que mi cuarto tiene también tiene ventana
que lo fácil de dejarse llevar por la vida,
no sin herida,
sino con perdón,
que siempre se está vestido para la ocasión,
después de todo, así llegamos al mundo,
sin canción,
sin caminar,
sin baile,
y ahora cantamos y bailamos ese candombe,
a través de la noche y los edficicios,
a través de nosotros mismos
aunque nos obstinemos en disfrazarnos todos los días
en encontrarnos amos,
siempre estamos listos
si nuestra alma es sana,
a veces, con disgusto
o sin darnos cuenta.
Sólo hay que tender la mano
y disfrutar el manjar
del cenáculo personal,
para sentir el arsenal
de la vida a flor de piel,
ser Pedro o Michel
da igual,
si estás donde no hay huída,
la inbeluctable salida del presente,
sin artificios, sin ser demente,
sin mañana ni pasado,
sin lados,
sin pendientes,
sin ángulo ni corrientes,
con todas las aristas relucientes,
sin temer si me mientes,
cuando me dices que me amas,
un simio sin temor a las ramas,
un niño sin temor a la muerte,
siempre desafiando a su padre y madre,
porque debía ser independiente,
luego a sus amores,
para poder para poder estar en paz
y luego regresar con amor para dar.