
Hopare, 2015
El agua pasada no mueve molinos,
pero el aprendizaje de su cauce,
la contemplación de sus fauces
el deleite de sus caricias,
todas vueltas movimiento,
giros y vida,
sí,
esas aguas mueven los mejores molinos :
los del porvenir.
No hay peor tonto que el que olvida
aquellos barros vueltos lodo,
la primera vez que se confirmó,
a pesar de tantos cuidados,
que el fuego quema
que el agua moja,
que no todo lo que brilla es oro,
y que uno puedo no ser el mejor tesoro
para alguien,
sino su densa pesadilla ;
cuando desearon tu partida,
Cuando te volviste hastío,
cuando tuviste que dejar vivir
y agarrar otro camino.
Así,
en paz,
consciente de las cicatrices,
de las rayas del tigre,
sin nostalgia ni orgullo,
el agua que sí mueve molinos
llevará a un mejor puerto
o se perderá en el mar
pero porque que así se quizo